«Soy tan grande que albergo multitudes» Walt Whitman
DEPRESIÓN:
Según la Organización Mundial de la salud, la depresión es “un trastorno mental frecuente, caracterizado por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.
Puede afectar a cualquier género, edad u origen social, y sus problemas pueden volverse crónicos o recurrentes dando lugar a deficiencias considerables en la capacidad de un individuo para hacerse cargo de sus responsabilidades cotidianas. Si es grave, puede conducir al suicidio y, en menor grado, está asociada bidireccionalmente con riesgo de desarrollar enfermedades cardio vasculares (ECV), diabetes, epilepsia, infarto, Alzheimer y cáncer.
Los trastornos depresivos y su relación con la comida
Los trastornos depresivos incluyen dos subcategorías principales:
1️-Trastorno depresivo mayor (TDM): estado de ánimo deprimido, pérdida de interés y disfrute y disminución de la energía; dependiendo del número y la gravedad de los síntomas, un episodio depresivo puede clasificarse como leve, moderado o grave.
2️-Distimia, una forma persistente o crónica de depresión leve: con síntomas similares al episodio depresivo, pero menos intensos y de mayor duración.
🔶 La etiología de la depresión es multifactorial, ya que puede estar relacionada con distintas causas biológicas y ambientales, llegando a ser muy compleja:
El papel de la nutrición en la depresión
La nutrición juega un papel muy importante en el abordaje de este trastorno de la salud.
La evidencia actual hace muchísimo hincapié en la calidad de la dieta como factor determinante para la salud.
Más que una etiqueta (paleo, mediterráneo, flexible, ceto, vegetariana) la importancia radica en la densidad nutricional, en comer alimentos que sean ricos en nutrientes para nuestras células, que sean respetuosos con el intestino, que ayuden a alcanzar un bienestar físico y mental.
Las personas con enfermedades mentales graves (como el trastorno depresivo mayor o el trastorno bipolar), han mostrado una ingesta excesiva de calorías, una dieta de baja calidad y un estado nutricional deficiente en comparación con la población general.
Una dieta de baja calidad aumenta el riesgo de diabetes y de mortalidad cardiovascular en este tipo de población. Además, el consumo excesivo de alimentos altos en grasa y en azúcar puede aumentar la inflamación sistémica. De hecho, este tipo de enfermedades muestran niveles elevados de marcadores inflamatorios periféricos, lo que está vinculado a un peor pronóstico en estas afecciones.

Un ejemplo de relación entre nutrición y trastornos depresivos
Por ejemplo, en esquizofrenia, el exceso de 132 calorías/día observado en la muestra de este estudio sugiere que las diferencias en la dieta por sí solas pueden explicar 5‐6 kg del aumento de peso corporal observado en esta población. El consumo excesivo de calorías, carbohidratos y grasas no solo aumenta la inflamación, sino que el aumento concomitante en el tejido adiposo también aumenta la inflamación crónica y sistémica.
(Fuentes: OMS; Diet as a hot topic in psychiatry: a population‐scale study of nutritional intake and inflammatory potential in severe mental illness; I Am I and My Bacterial Circumstances: Linking Gut Microbiome, Neurodevelopment, and Depression).
Si tienes alguna consulta acerca de cómo controlar tus alimentos si sufres algún trastorno depresivo y sobre cualquier tema relacionado con la alimentación…