“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro.” Santiago Ramón y Cajal (Premio Nobel de Medicina en 1906)
Tendemos a pensar en nosotros mismos como seres humanos solamente:
Sin embargo, 38 billones de microbios, distribuidos en al menos 2.172 especies conocidas, nos acompañan en lugares tan personales como nuestra boca, axilas, intestinos, genitales y cerebro.
Albergamos, al menos, tantas células extrañas como humanas, y esas células que consideramos humanas provienen de arqueas y bacterias. Con la excepción de los glóbulos rojos, que también eliminaron su núcleo, cada una de estas células «humanas» está densamente habitada por descendientes directos de bacterias en forma de mitocondrias.
Las células que habitan en nuestro interior
Todas estas células se han hecho indispensables, y esta es una buena y una mala noticia.
Por un lado, las mitocondrias CONSTRUYEN nuestra salud mental: además de proporcionar la energía para que el cerebro funcione, permiten la plasticidad sináptica, producen hormonas y moléculas de señalización, desactivan los neurotransmisores y reinician los neurotransmisore..
Por otro lado, las mitocondrias también DESTRUYEN nuestra salud mental: su mal funcionamiento está asociado con déficits cognitivos, discapacidades intelectuales, trastornos neurodegenerativos y enfermedades mentales.
Las mitocondrias
Ya sea como víctimas o como perpetradores, las mitocondrias están en medio de prácticamente todas las aflicciones humanas. Todavía se parecen un poco a sus antepasados bacterianos y aún conservan un poco de independencia de nosotros. Pero, debido al acuerdo que lograron con Archaea hace 2 mil millones de años, su salud ahora está entrelazada con la nuestra.
Por lo tanto, para ayudarnos a sacar lo mejor de nosotros como seres humanos, es posible que realmente queramos hacer lo que sea mejor para nuestros componentes similares a las bacterias: hacer ejercicio, dormir, pasar tiempo al sol, comer bien y meditar.
[Fuente: Peter Kramer and Paola Bressan. Our (Mother’s) Mitochondria and Our Mind. Perspect Psychol Sci. 2018 Jan; 13(1): 88–100.]Para reflexionar:
«En realidad, este planeta que habitamos es muy chiquitito y depende desde dónde veas las cosas, las percibes de un modo u otro. Nosotros vemos una hormiga y nos parece algo muy pequeñito, pero los humanos y este planeta somos incluso más pequeños que una hormiga si se nos observa, por ejemplo, desde la Luna ¡insignificantes! Es la distancia que tomamos en relación con las cosas lo que hace que cambie nuestra percepción.
Tenemos una capacidad tremenda, nuestra mente tiene una capacidad infinita, esa es la parte que debemos trabajar, sacar toda esa parte positiva, cambiar la perspectiva. En cuanto lo hacemos, aunque solo sea un poquito, ya disfrutamos un gran tesoro, un grandísimo tesoro para ayudarte tú mismo y ayudar también a los demás.
Si trabajamos con nuestra mente día a día, prestando atención, practicando más y más, día a día, vida a vida, alcanzamos un nivel positivo muy alto que, junto a la mente de Renuncia auténtica, nos conduce a la liberación definitiva del sufrimiento y el samsara, nos conduce a la felicidad REAL.»
(Venerable Gueshe Tenzing Tamding «Fuente de toda virtud vol.3»)